Normalmente, sólo acudimos al médico cuando las cosas se ponen realmente mal y cuando los suplementos dietéticos o los medicamentos sin receta comprados en farmacias no consiguen superar del todo nuestros problemas.
En tal situación, puede que ya sea demasiado tarde para una recuperación completa. Prevenir es más importante que curar, por lo que más importante que tomar suplementos es simplemente someterse a revisiones periódicas. Por término medio, los exámenes preventivos básicos deben realizarse una vez al año. Para evitar tener que pagarlos, basta con pedir una cita básica con su médico de cabecera y pedirle que le remita un hemograma, un análisis de azúcar y un análisis de orina.
No olvides la actividad física
La segunda cosa que también debes hacer para dejar de pensar en cómo cuidar tu salud es aumentar la cantidad de actividad física durante el día. No todo el mundo necesita ser un atleta profesional y no todo el mundo necesita encontrar la alegría en descubrir más deportes, pero todo el mundo debería moverse y hacerlo tan a menudo como sea posible.
Caminar, marchar, montar en bicicleta o jugar al fútbol también cuentan como formas de actividad física. Lo que importa no es el tipo de actividad, sino que realmente la pruebes.
En el fondo, todo el mundo sabe realmente cómo deberían ser sus propósitos personales de Año Nuevo. Así que a veces merece la pena escuchar esa voz interior, que puede resultar ser la mejor consejera.
Una dieta sana es esencial
La dieta de las embarazadas debe ser sana y equilibrada. En primer lugar, conviene prestar atención a las necesidades calóricas. Todavía es frecuente oír decir que durante el embarazo hay que comer por dos. Nada más lejos de la realidad. Ingerir demasiadas calorías puede sobrecargar el organismo y acarrear consecuencias desagradables para la salud. En el primer trimestre, las necesidades sólo aumentan en 85 kcal. En el segundo, deben consumirse unas 285 kcal más, mientras que en el tercero, unas 465 kcal. Si una mujer ha luchado contra la obesidad antes del embarazo, no debe aumentar significativamente su ingesta diaria de calorías. En esta situación, es aconsejable mantener el requisito básico.
La variedad debe reinar en la cocina. Un menú variado evita carencias de nutrientes que pueden ser perjudiciales para la futura madre y el bebé en desarrollo. Sobre todo, la dieta no debe carecer de productos que contengan folatos. Las verduras verdes, como las espinacas, el brécol, la col y las coles de Bruselas, son buenas fuentes de folato. También se encuentran en la coliflor, el aguacate, el kiwi y las legumbres.
Las mujeres embarazadas corren especial riesgo de padecer carencia de hierro. Para garantizar un aporte adecuado de este valioso nutriente, merece la pena incluir en la dieta carnes magras, huevos, remolacha, cacao, frutos secos, semillas de calabaza y girasol, fresas y pan integral. La colina, o vitamina B4, también es muy importante en la dieta de una mujer embarazada. Esta sustancia previene los defectos del tubo neural en el feto y también es responsable del correcto funcionamiento de la placenta. La colina se encuentra, por ejemplo, en los huevos y la carne. En la dieta no deben faltar productos lácteos, especialmente kéfir, yogures y suero de leche, que contienen bacterias probióticas importantes para el buen funcionamiento del organismo.